Cuando Ildefons Cerdà planificó el ensanche de Barcelona tras el derribo de las murallas tuvo la revolucionaria idea de convertir los interiores de manzana en pequeños pulmones verdes. Sus planes quedaron en eso, ideas, porque a la mayoría de ellos se les destinó otros usos. Pese a la insistencia de Barcelona en crear refugios climáticos, pacificar las calles y favorecer el verde en deterioro del asfalto, el interior de la mayoría de islas de l’Eixample muestran un aspecto poco cuidado. El grupo municipal de JuntsxCat en Barcelona ha denunciado el abandono y la degradación de estos espacios, que asocian a “la obsesión del Ayuntamiento por las supermanzanas”.
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