El objetivo: reducir la velocidad al volante, las infracciones (uso del móvil conduciendo o ausencia de cinturón de seguridad de los pasajeros) y, sobre todo, evitar accidentes “cada vez más violentos”, con los que los Mossos d’Esquadra topan desde la recuperación de la normalidad viaria tras la pandemia. El método, infalible: el Servei Català de Trànsit (SCT) ha incorporado, desde hace un mes, diez nuevos radares, muy ligeros y con forma de pistola, que se transportan fácilmente en motocicletas (o en coches, si es necesario). El Trucam II, de fabricación norteamericana, es un velocímetro láser de alta precisión, ya que es capaz de detectar infracciones de velocidad en un radio de 1,5 kilómetros.
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