Arranca la música y los niños hacen volar su imaginación mientras dejan llevar sus cuerpos al ritmo de la Macarena . De repente, los muros del aula se rompen y el límite de su clase se amplía como por arte de magia. Todo es posible. Un viaje al espacio, hacerse amigo de un extraterrestre, conducir naves espaciales o transportarse al futuro. Esa fascinación es el hilo del que tiran los monitores para endulzar las vidas del alumnado, para fomentar una educación en valores y alejarlos de las dificultades que atraviesan.
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