Abrazos: los necesitamos en momentos de vulnerabilidad

Abrazos: los necesitamos en momentos de vulnerabilidad
Es cierto que las personas son diferentes, que unos somos más cariñosos que otros y que no todos necesitamos la misma dosis de arrumacos. Depende de la personalidad y las experiencias vividas. Pero hay algo que tenemos en común, y es el hecho de que es precisamente en los momentos de vulnerabilidad cuando sentimos más necesidad de dar y recibir abrazos.

Juan Cruz, que trabajó en el grupo de apoyo a las familias durante los atentados del 11M en Madrid, sabe muy bien que un abrazo es terapia contra el terror. “Cuando los psicólogos intervenimos en situaciones de emergencias, utilizamos el abrazo humano como una de las muestras de afecto que más pueden calmar el miedo, la ansiedad, la incertidumbre o la soledad entre las personas afectadas”, detalla.

Tocar con la palabra o cómo compartir emociones en la distancia
Hasta que todo pase y podamos volver a tocarnos, podemos intentar reforzar nuestra manera de comunicarnos. Estos son algunos trucos que pueden ayudar a sentir menos la falta de contacto.

Echa mano de las emociones que os unen. Lo que decimos es importante, pero también cómo lo decimos. Para intentar tocar al otro con tus palabras puedes recurrir a esos hilos invisibles que te unen con él. ¿Os une el mismo sentido del humor, el gusto por la misma música o la fe? Prueba entonces a decírselo con un chiste, una oración o vuestra canción preferida.
La importancia del lenguaje no verbal y la escucha activa. Escucha las quejas, el dolor o la tristeza del otro, pero hazlo mostrando atención, que note que estás ahí, que tu mirada acompañe su discurso.
Resalta las palabras y expresa la emoción. ¿Cómo? Entonando, marcando ritmo y cadencia al hablar. ¡Cuántas veces nos hemos sentido tocados al leer una novela o una determinada historia! Utiliza ahora tus palabras como si fueran una extensión de tus manos, que suenen a poesía, que le lleguen tan adentro que casi note que aprietan su piel.
Transforma la realidad con el poder de tus palabras. Pequeños matices en nuestro discurso pueden marcar a diferencia a la hora de hacer que el otro se motive o desmotive. Crea en tu mente la realidad que quieres que ocurra y transmítelo al otro. No es lo mimo decir: “no nos queda más remedio que aguantar, ya nos veremos”, que “nos vamos a ver pronto, solo hay que aguantar un poquito más”.

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